
¡Qué hay de nuevo… Viejo!
Por Araceli Mendoza
@Arinmaldoza
En los tiempos actuales, cuando en las familias nace una niña, no sabemos si debe ser motivo de alegría o de preocupación. En todos los tiempos, el género femenino pareciera ser sinónimo de debilidad, aunque la realidad es otra: las mujeres son resolutivas en todo sentido.
Hasta hoy, las mujeres son el centro sagrado de la continuidad de la humanidad y, sin las mujeres, muchos hombres no existirían. La mujer, desde muy temprana edad, está lista para ser madre y, de hecho, la naturaleza las hace ser maternales con los hermanos o con los amiguitos.
Hoy, las madres están saturadas de información, desde el embarazo -para darle lo mejor a su bebé. Ya saben que hay que amamantar el mayor tiempo posible a sus hijos, pero para muchas madres es complicado en el ámbito laboral, ya que desde el embarazo, las visitas al ginecólogo y la incapacidad por maternidad, no son bien vistas por los empleadores.
Es complicado decirle al jefe inmediato el proceso de sacar la leche para el bebé o amamantar a su hijo o hija, independientemente de la cultura que establece que esto debe hacerse con privacidad, por lo que muchas personas no lo ven bien.
Con la pandemia, muchas madres perdieron su empleo y tuvieron que echar mano del comercio informal para poder salir adelante con los gastos del día. Sin el seguro popular ni las estancias infantiles, la verdad la han pasado muy mal, porque eran un gran apoyo para las madres trabajadoras.
Echar mano de las abuelas ha sido la única alternativa. Sí, la madre vieja que ya cumplió la tarea de tener hijos, educarlos y tronarse los dedos para sacarlos adelante… y ahora, por un capricho presidencial, sin fuerzas, con su audición y visión disminuidas, enfermas muchas veces, tienen que apoyar a la hija, cuidando de los nietos.
Pero hablemos de las madres que tienen hijos con discapacidad, lo que hace más problemática la situación, porque hay que trabajar, pagar las terapias y pedir permisos en el trabajo para llevar al hijo/a al médico. La madre es la única que comprende al niño/a; sabe qué le pasa, dónde le duele o conoce sus síntomas. Este sexto sentido de las madres, pienso, surge de haber cuidado a su bebé durante meses. ¿Cómo no saber que le pasa? Una tarea ardua y difícil de manejar es atender a estos niños, por lo que estas madres sufren en silencio el pesar de ver a otros niños sanos; y los otros hijos, los hermanos, muchas veces son un tanto descuidados porque la atención de la madre se concentra en el discapacitado. Pero la madre sigue al pendiente de todos sus hijos, aunque su corazón esté roto.
Hoy vemos a otras madres buscando a sus hijos en Chihuahua, Guadalajara, Michoacán y en varios estados de la República Mexicana. Buscan a sus hijos desaparecidos. Son grupos de madres desesperadas por el horror de la violencia, sin poder dormir ni descansar porque se aferran a encontrar a sus hijos; los forenses han sido rebasados, pero las madres siguen con la esperanza de encontrar a sus hijos.
Estas madres viven momentos sumamente dolorosos, amedrentadas por el crimen organizado para dejar de buscar; sin apoyo por parte de los gobiernos federal, estatales y municipales, que se hacen los que no ven ni oyen el clamor de estas mujeres.
Las madres con hijos adictos a las drogas han aplicado acciones drásticas contra ellos, para ponerse a salvo de la situación. Estas madres sufren porque no saben en qué fallaron.
Igual están las madres con hijos presos, a quienes puntualmente llevan la comida que les gusta.
¡Caray! Es una labor ardua, titánica, de gran responsabilidad, encauzar y dirigir hijos desde niños, pero al final da resultado, cuando ven que han hecho adultos íntegros.
¡Feliz día de la Madre!
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