El derretimiento de los glaciares agravará las crisis globales
- migueldealba5
- 25 mar
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El Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2025 de la Organización de las Naciones Unidas, publicado por la UNESCO en nombre de ONU-Agua, revela hasta qué punto la perturbación climática, la pérdida de biodiversidad y las actividades insostenibles transforman los entornos montañosos a un ritmo sin precedentes, lo cual amenaza los recursos hídricos de los que dependen miles de millones de personas e innumerables ecosistemas.
Hay una necesidad urgente de cooperación internacional, así como de estrategias y acciones de adaptación para afrontar la crisis que se está extiende por las montañas y glaciares.
Dos mil millones de personas dependen del agua de las montañas
Según el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2025 de las Naciones Unidas, las montañas aportan hasta 60 por ciento del caudal anual de agua dulce del mundo.
Más de mil millones de personas viven en regiones montañosas y más de dos mil millones dependen directamente del agua procedente de las montañas para su consumo, saneamiento y medios de vida.
Las regiones montañosas son vitales para el pastoreo, la silvicultura, el turismo y la producción de energía. En los países andinos, el 85 por ciento de la energía hidroeléctrica se genera en zonas montañosas.
Las montañas también proporcionan productos de alto valor como plantas medicinales, madera y otros productos forestales; una ganadería de montaña única y productos agrícolas especializados, todos dependientes del agua.
El informe indica que los glaciares de todo el mundo se derriten a un ritmo sin precedente y que las aguas de las montañas son las primeras en verse expuestas –y más vulnerables– a las consecuencias de las perturbaciones del clima y la biodiversidad.
La situación es crítica: casi la mitad de los habitantes de las zonas rurales de montaña en los países en desarrollo sufren inseguridad alimentaria, y son las mujeres y los niños quienes corren mayor riesgo.
El Informe revela que el retroceso de los glaciares y la disminución de las nevadas en las montañas afectarán a dos tercios de la agricultura de regadío del mundo y tendrán graves consecuencias para la mayoría de la población.
El retroceso de los glaciares: la parte visible de la amenaza
El retroceso de los glaciares es sólo un ejemplo de los rápidos cambios que se producen en las zonas montañosas. En muchas regiones, los flujos de agua dulce dependen más del derretimiento estacional de la capa de nieve que de los glaciares.
Por la alteración climática, los rápidos cambios en la cantidad, frecuencia y regularidad de las nevadas han alterado gravemente el suministro de agua, crean entornos inestables para la biodiversidad y condiciones impredecibles para la vida humana.
Por ejemplo, en Japón el icónico casquete nevado del Monte Fuji comenzó a aparecer recientemente, casi un mes después de lo habitual.
Los cambios en las precipitaciones también aumentan el riesgo de desastres como sequías e inundaciones repentinas de lagos glaciares. El río Colorado, en los Estados Unidos, que abastece a unos 40 millones de personas, obtiene la mayor parte de su agua de las nevadas en las Montañas Rocosas. La cuenca del río ha estado en sequía desde el año 2000 y la situación podría agravarse por el aumento de las temperaturas, que provoca mayor precipitación en forma de lluvia, la cual escurre con mayor rapidez que la nieve de las montañas.
La alteración climática también se siente con fuerza en las regiones montañosas donde no se han registrado glaciares ni deshielo y los flujos de agua provienen de las lluvias. En regiones tropicales, como Madagascar, los cambios en las aguas de las montañas afectan el riego de la producción de cacao, arroz y frutas, sus productos agrícolas de exportación más importantes.
Soluciones multilaterales
El Informe destaca que las regiones montañosas han estado ausentes de las agendas globales, a pesar de su importancia. Las políticas nacionales en materia de agua, agricultura, industria y energía favorecen a las cuencas hidrográficas más pobladas, mientras las montañas reciben mucha menos atención o sólo se consideran como fuentes para los usuarios aguas abajo.
El 21 de marzo de 2025 se celebró el primer Día Mundial de los Glaciares, para poner de relieve la necesidad de esfuerzos internacionales inmediatos y coordinados, en consonancia con el Día Mundial del Agua, el 22 de marzo.
La UNESCO, junto con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), codirige ese Día; el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares 2025, una iniciativa mundial para movilizar recursos y compromisos en favor de la conservación de los glaciares, y el Decenio de Acción para las Ciencias de la Criosfera (2025-2034) para impulsar la comprensión científica y las soluciones políticas.
Estos acontecimientos deben impulsar la cooperación internacional para la protección de los glaciares y las aguas de montaña. Muchas cordilleras y sus servicios ecosistémicos son transfronterizos: los tratados o acuerdos pueden fortalecer la cooperación mediante el intercambio de datos e información, contribuir a subsanar las deficiencias en la capacidad técnica humana e institucional, y promover y fomentar el diálogo y la diplomacia.
Proyectos de cooperación existentes
En respuesta a la creciente crisis, el Informe destaca que existe una necesidad urgente de adaptarse a la nueva realidad y fortalecer la seguridad hídrica en el mundo mediante la investigación científica, la coordinación de políticas y acciones concretas sobre el terreno.
En Asia Central, la UNESCO movilizó 12 millones de dólares para reducir el riesgo de desastres y fortalecer la cooperación científica, incluyendo un sistema regional de monitoreo de glaciares, desplegado en los macizos glaciares transfronterizos de la región. La UNESCO también establece un Sistema de Alerta Temprana de Inundaciones en Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán, que ayudará a proteger a más de 100 mil personas en riesgo de inundaciones por desbordamientos de lagos glaciares.
En África, la UNESCO lidera el proyecto "Desbloqueando la Torre de Agua del Kilimanjaro", financiado con ocho millones de dólares del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, que beneficiará a más de dos millones de personas en Tanzania y Kenia, que dependen directamente de las aguas del pico más alto de África, donde expertos de ambos países cartografiarán los sistemas acuíferos y darán acceso directo al agua potable a otras 100 mil personas; mejorarán el almacenamiento y el suministro de agua subterránea durante la estación seca; restaurarán 400 km² de bosques nubosos degradados y reforzarán la gestión de más de 17 mil km² de áreas protegidas.
Independientemente del lugar donde se viva, todos dependemos de alguna manera de las montañas y los glaciares, pero estos depósitos naturales de agua enfrentan un peligro inminente, por lo que el informe demuestra la urgente necesidad de actuar y que las soluciones más eficaces requieren un enfoque multilateral.
Audrey Azoulay, director general de la UNESCO
El agua fluye cuesta abajo, pero la inseguridad
alimentaria asciende. Las montañas del planeta proporcionan 60 por ciento del agua dulce, pero
las comunidades que protegen estos recursos vitales
están entre las que padecen mayor inseguridad
alimentaria, por lo cual es necesario invertir en
su resiliencia para proteger los glaciares, los ríos
y un futuro compartido para todos.
Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional
de Desarrollo Agrícola (FIDA) y presidente de ONU-Agua
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