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El mal gobernado desarrollo de Mazatlán


Por Omar Garfias

@Omargarfias


En 2013 se concluyó la autopista Mazatlán-Durango. Los gobiernos federales invirtieron 28 mil 600 millones de pesos para reducir la distancia de recorrido de 305 a 230 kilómetros, y el tiempo, de 6 a 2.5 horas para los automóviles, y de 10 a 4 horas para los camiones de carga.

Se abrió un potencial enorme como punto turístico y de producción, arribo y distribución de mercancías.

La llegada de turistas subió de 1 millón 591 mil personas en 2012, a 4 millones 100 mil, en 2023.

Existen muchas experiencias de ciudades que no aprovecharon el impulso y se quedaron lejos de lo que pudieron ser, como Ixtapa. Las fueron carcomiendo las debilidades y los retos que no resolvieron.

La Semana Santa pasada dejó una derrama económica de mil 200 millones de pesos en Mazatlán.

El primer desafío es definir, ordenadamente y por vías democráticas, quiénes tienen derecho a realizar actividades que les den acceso a las derramas económicas del turismo, con qué reglas y qué valor se le da a cada gremio.

El desarrollo debe ser incluyente. La prosperidad debe ser compartida. Les debe ir bien a todos.

Cuando privan los forcejeos entre las partes, el agandalle y la falta de colaboración, surge una división que enrarece el ambiente de seguridad, certidumbre y confianza que requieren las industrias turística y la de logística.

Está latente la rispidez entre sectores de la sociedad mazatleca. Salieron a la luz decenas de animadversiones: contra los ruidosos, contra los extranjeros, contra los hoteleros, contra las bandas, contra los sandwicheros, contra élites, contra los que no les gusta la banda, contra los que quieren dormir temprano, contra los que quieren festejar hasta el otro día, etc.

Una sociedad confrontada.

El zafarrancho del inicio de Semana Santa, los golpes de la policía a los músicos y el contraataque de los manifestantes, evidenció que ni el gobierno municipal ni el gobierno del estado han aplicado la política para conducir un diálogo social que conforme una comunidad con capacidad de cooperar para resolver sus problemas comunes.

Hace años que en Sinaloa no se reprimía violentamente una manifestación pacífica.

El buen gobierno prevé los conflictos, los anticipa; no le estallan en las manos. El diálogo franco y permanente con los ciudadanos le permite advertirlos a tiempo.

El intercambio frecuente y abierto con otras fuerzas políticas, con los especialistas, con los críticos y con los medios de comunicación le dota de la información y las valoraciones necesarias para evitar las crisis.

Considerar ilegítimas las opiniones diferentes es ponerse anteojeras.

Otro elemento importante para provocar y conducir una deliberación pública ordenada y fértil es contar con datos duros, información, encuestas, diagnósticos y estudios que fundamenten las opiniones y sustituyan los prejuicios, suposiciones, memes, falsedades y ocurrencias que sólo llevan a una Torre de Babel donde nadie se entiende.

Ni el Ayuntamiento, ni el gobierno estatal, ni CODESIN, aportan información de calidad que sirva como eje esclarecedor de la discusión; ni siquiera consultan la producción académica ya escrita.

Cada ciudadano escoge su meme favorito en las redes y con esa caricatura se va a la arena pública.

Una consecuencia de la degradación de la discusión pública es que no se delibera sobre aspectos esenciales de Mazatlán.

Qué tipo de destino turístico se quiere ser, qué tipo de turistas se pretende atraer.

Cómo se va a evitar que los empleos de más baja calificación no resulten cadenas a la pobreza extrema.

Cómo se va a evitar la gentrificación que impide que todo sinaloense pueda disfrutar de Mazatlán.

Cómo se van a reducir las desigualdades en vivienda, educación y salud.

Cómo se va aprovechar la potencialidad como centro logístico y productor de manufacturas.

Hacia dónde dirigir el desarrollo regional del sur de Sinaloa.

Cómo se va a evitar que aparezca el turismo de trata de niños y niñas y de adicciones.

Cuál es el paisaje urbano adecuado.

Cómo alcanzar la sostenibilidad ambiental.

Cómo vamos a convivir todos.

El incendio de la torre, del 2 de abril, muestra que no hay una regulación efectiva de las construcciones. Una deficiencia que puede provocar muertes.

La edificación de nuevos desarrollos no tiene la planeación que garantice que en el futuro exista agua, saneamiento, seguridad pública, recolección de basura, alumbrado y transporte público para todo Mazatlán en cantidad y calidad suficientes.

El crecimiento desordenado es el cáncer de los servicios públicos. No se han actualizado los planes de desarrollo urbano y de ordenamiento territorial.

Para evitar un inminente colapso del drenaje, sólo para lo urgente, se necesitan dos plantas de tratamiento; reparar 135 puntos saturados y un cárcamo de bombeo. Son mil 210 millones de pesos, que nadie contempla financiar.

Si las aguas fétidas se desbordan al mar… se acabó la gallina de los huevos de oro.

Ningún orden de gobierno ha sido capaz de organizar la acción colectiva de los mazatlecos para generar oportunidades y solucionar los problemas de los ciudadanos, y para construir las instituciones y normas necesarias para generar esos cambios.

No hay un ejercicio gubernamental que use la política y el conocimiento para forjar un gran acuerdo social, un proyecto común de desarrollo compartido e incesante.

Basta ver que ha resurgido el problema de las colonias irregulares, las invasiones. Son setenta.

Desde la inauguración de la autopista se han sucedido diez años de ayuntamientos ocupados en compras fraudulentas, inestabilidad en la administración y traiciones políticas.

Ayuntamientos de escándalos.

Agobiados por la crisis, cruzaron un límite peligroso: usar la violencia policial contra la gente.

No fue una acción pulcramente implementada por una fuerza entrenada, fue una prolongada pelea callejera.

No fue una acción de Estado consensuada; fue un arrebato desesperado luego de una cadena de tropiezos y torpezas del que hasta el morenismo se deslindó.

El progreso aborta sin buena política.

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