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El secuestro de los adultos mayores


Por Araceli Mendoza

 

Secuestrados en sus sentimientos, los adultos mayores ocultan el carácter que los hacía únicos, esa postura de grandeza, de respeto, tanto en el trabajo como en la familia.

Cuando escucho a una persona mayor hablar con su hijo/a, siento impotencia y tristeza al escuchar que su tono de voz  es de suplica, de sumisión. Sí, de sumisión. Sus palabras al otro lado de la bocina son usadas con mucho cuidado: ¿Cómo te va? No te quiero molestar… Espero no estés muy ocupado… Quiero ver si puedes ayudarme…

¿Por qué los adultos mayores tienen que hablar así a sus hijos? Porque les tienen miedo, porque no los respetan...

Puede ser que los hijos estén ocupados, pero de ninguna manera dejan de ser su papá o su mamá. No tienen una bola mágica para saber si están o no ocupados, y seguramente el adulto mayor no quiere ser inoportuno, pero si llama es porque quiere apoyo, contención o ayuda para resolver una situación.

Los adultos mayores no deben de sentirse mal por pedir apoyo o ayuda a sus hijos. ¡De ninguna manera! Los hijos deben atender a sus padres en cualquier situación y no hacerlos sentir como estorbos o molestia.

Menos aún cuando se trata de una enfermedad, porque podrían necesitarse estudios clínicos, hospitalización y atención al enfermo.

Aquí entra lo que llamo el secuestro: nadie quiere pagar el rescate. “Tengo hijos que cuidar… no puedo salir del trabajo… Tengo pago de la escuela, la hipoteca, la mensualidad del coche… No puedo tenerte en la casa, porque o hay espacio...”.

¿En serio? Estas situaciones se presentan cada día y hay casos muy complejos, donde al adulto mayor no pueden operarlo en el IMSS o en el ISSSTE sino hasta dentro de tres meses. Tal vez para entonces sería mejor ver los costos funerarios.

Hay dinero en la tarjeta para conciertos, viajes, un auto o una moto, pero no para rescatar a ese adulto mayor de su mala situación. Nadie puede.

Desgraciadamente, la vejez es cruda. Cuando no tienes dinero, quieres ocultar tus deudas, pero muchos hijos son tan cínicos que piden dinero a sus padres, porque saben que reciben la pensión del programa Bienestar.

Muchos condicionan: “¿quieres que te lleve a cobrar lo del Bienestar? Pues me das la mitad, o una parte…”, y desaparecen hasta el siguiente depósito. ¡Es una canallada!

En los últimos meses, los adultos mayores son abusados violentamente hasta la muerte por los asaltantes, casi todos jóvenes cobardes, que ven vulnerable a la persona por la calle y lo asaltan y a veces hasta lo matan.

El pelo blanco te hace débil y eres presa cautiva; tu caminar lento es signo de vulnerabilidad. Les sugiero traer un spray de pelo sin tapa, muy a la mano, para rociarlo en la cara de esos cobardes.

Al caminar por la calle, voltea al contrario de donde caminas, detente unos segundos y sigue. ¿Tendremos acaso que comprar chalecos blindados?

Ve atento, las bicicletas y las motos son hoy el transporte preferido de los delincuentes. Hay que instaurar el programa de vecino vigilante, para tener apoyo con los amigos, con los vecinos, y hacer redes de seguridad, porque ya no se cuenta con los hijos.

Por supuesto, se requiere vigilancia por parte de las autoridades, pero la experiencia nos dice que con eso se incrementarán los asaltos a las personas de la tercera edad. ¡Cuídate!

Un tip para evitar asaltos: saca tu dinero en una tienda de autoservicio; así eres menos vigilado por los delincuentes. No es necesario que acudas a las sucursales o a los cajeros del Banco de Bienestar.

Hasta la próxima.

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