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Por Déborah Buiza
@DeborahBuiza
Tres años, un mes, veinticuatro días… La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que la emergencia de la pandemia por COVID-19 terminó. No quiere decir que no ande todavía por ahí el virus haciendo de las suyas o que no podamos enfermar de nuevo. Simplemente, ya no es una emergencia sanitaria a nivel mundial.
Ahora podríamos hacer un recuento de los años y los daños de todo lo que vivimos en este lapso.
¿Quiénes y cómo éramos antes de la pandemia?
¿Quiénes y cómo somos después de ella?
Aún recuerdo mi ingenuidad al ir a comprar material didáctico para entretener a mis hijos durante el encierro, pensando en que si las cosas se complicaban y se salían un poco de control estaríamos guardados tres meses. (¡Ja, ja, ja!).
Recuerdo cómo pasaron los días y yo los registraba en mi agenda. Anotaba, como el aniversario de novios, que ya había transcurrido un mes… dos… tres… y creo que dejé de contar al año… Entonces fueron los medios de difusión y las redes sociales quienes me dijeron cuánto tiempo había pasado.
Esta experiencia no sólo nos golpeó en la cara, sino que nos cimbró y removió en todos los niveles posibles (y hasta en aquellos que no conocíamos); nos confrontó con lo que creíamos que necesitábamos y luego nos dimos cuenta que, en realidad, no eran tan necesarios; sobre lo que pensábamos era importante, para ver luego que nuestras prioridades cambiaron; sobre nuestras relaciones personales y lo mucho que se modificaron, unas se fortalecieron y otras, de plano, no resistieron. Nos enfrentó a nuestras limitaciones, carencias y heridas añejas, además de crear otras. La pérdida y el duelo fueron un proceso constante que vivimos durante demasiado tiempo… ¡Más de tres años!
Tres años en que la COVID-19 cambió, mutó, transformó al mundo, y nosotros (a fuerza, muy a nuestro pesar, con mayor o menor resistencia) también lo hicimos.
Para todos fue una experiencia total y absolutamente diferente, aunque hay muchos puntos en común que nos conectan como humanidad, sobreviviendo a una crisis mundial. Sin duda, las vivencias, los efectos, las secuelas y el aprendizaje que deja esta experiencia son muy personalísimas.
Nos tocó vivir un parteaguas en la historia mundial y en la personal. Tal vez ahora podamos hacer un cierre y una reflexión sobre lo que la pandemia se llevó y lo que nos dejó; hacer un recuento de lo sucedido y observar cómo lo afrontamos; de cómo y cuánto cambiamos; de qué descubrimos de nosotros y de los otros. Tal vez ahora podamos dar el banderazo a una nueva etapa, a una nueva temporada, recordando que la enfermedad continúa y no hay que bajar la guardia.
Hoy, después de 3 años, 1 mes y 24 días, tú ¿cómo estás?, ¿qué necesitas después de vivir todo esto?