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María Corina Machado


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Temas Centrales

 

Por Miguel Tirado Rasso


Su discurso fue leído por su hija,

quien expuso de manera impecable

el panorama que vive su país

a partir de la llegada

de Hugo Chávez al poder

 

Para la 4T, figuras como María Corina Machado resultan incómodas, muy incómodas. Cuando se anunció que la luchadora social venezolana había sido elegida para recibir el Premio Nobel de la Paz, la presidenta Claudia Sheinbaum respondió a la pregunta de una periodista sobre su opinión del tema con un significativo “sin comentarios”.

Llamó la atención que con una bola de tres bandas, con escasas tres palabras, mostrara su solidaridad con el gobierno espurio de Nicolás Maduro, el dictador venezolano que se hizo nuevamente del poder alegando haber ganado la elección presidencial de julio de 2024, aunque las boletas electorales, que se niega a publicar, tengan otros datos.

Haber mostrado un poco de empatía no hubiera comprometido su relación con el gobierno venezolano. La segunda mujer latinoamericana en merecer esta distinción en 124 años de existencia de la presea lo merecía, ideologías aparte.

Llegamos todas, ha dicho la mandataria, en referencia al empoderamiento femenino, pero cuando sucede no hay reconocimiento porque, al parecer, no aplica a las que disienten, a las que desde la oposición luchan por alcanzar el poder.

La segunda vez, que le formularon la misma pregunta, ya entregado el premio a María Corina a través de su hija, Sheinbaum respondió: “la última vez dije sin comentarios, y sigo diciendo sin comentarios. Y, por cierto, es muy importante decir que México siempre va a defender la autodeterminación de los pueblos, la no invasión, la no injerencia y la decisión de los pueblos de tener a los gobiernos que decidan los propios pueblos, su soberanía. Nuestra opinión siempre va a ser la misma: no intervención, utilizar el diálogo para poder resolver cualquier conflicto, la solución pacífica de las controversias, como lo dice nuestra Constitución y la autodeterminación de los pueblos. Siempre será esa nuestra posición”.

Una respuesta al estilo AMLO cuando, ante una pregunta incómoda, un poco acorralado, reviraba “y ¿cuánto gana Loret?”.

Y otra vez causó sorpresa la respuesta de la jefa del Ejecutivo, porque opinar sobre la entrega del premio Nobel no significa una intromisión en los asuntos internos de Venezuela. Un discreto comentario no significaría jugarle las contras al presidente Maduro, pero insistir en cero comentarios muestra un toque de intolerancia. Cero política y cero diplomacia.

La mandataria parece no aceptar ninguna oposición política aquí, lo que está muy claro con el cerrojo puesto permanentemente en las puertas de Palacio Nacional a cualquier disidente o partido de oposición, ni en los países amigos con los que ideológicamente se identifica la 4T.

Lo único que podría explicar la frialdad presidencial es que la ahora premiada juega en la cancha de la oposición. Una opositora que busca, por la vía legal, que el presidente Maduro reconozca su derrota electoral y deje el cargo.

María Corina llegó, tarde pero llegó, a Oslo, Noruega, después de una delicada, peliculesca y exitosa operación. Una especie de rescate, a cargo de un equipo especializado, para sacarla de Venezuela, del lugar donde permanecía escondida y llevarla a una playa al norte de su país, donde la esperaba una embarcación en la que navegó en un mar embravecido hasta la isla de Curazao. Allí se encontraba un jet privado que la transportaría a su destino final, la capital de Noruega, con escala en Maine, EUA, para cargar combustible.

La galardonada no pudo leer su discurso de aceptación. La ceremonia ya había concluido cuando llegó. En su representación lo leyó su hija, quien de manera impecable expuso el panorama que vive su país a partir de la llegada de Hugo Chávez al poder. Una historia que debería llamar nuestra atención porque el inicio del “desmantelamiento de la democracia” en Venezuela comenzó con acciones que nos son familiares.

Dijo Machado: “El cabecilla de un golpe militar fue elegido presidente y muchos pensaron que el carisma podía sustituir al Estado de Derecho… El régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia, violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, persiguió a la disidencia, devastó nuestra biodiversidad… Concentró la renta petrolera generando incentivos perversos que le permitieron al gobierno un control sobre la sociedad… La riqueza no se usó para liberar, sino para someter… La corrupción fue obscena, el saqueo histórico. El régimen se propuso dividirnos: por nuestras ideas, por raza, por origen, por la forma de vida. Quisieron que desconfiáramos unos de otros, que nos viéramos como enemigos”.

Esto es algo de lo que María Corina Machado fue a exponer ante el Comité del Premio Nobel de la Paz y que justifica su incansable lucha por recuperar la democracia en su país.

Diciembre 18, 2025

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