¡Qué hay de nuevo… Viejo!
Por Araceli Mendoza
@Arinmaldoza
Las empresas nacionales o trasnacionales, obligadas a usar la aviación para trasladar a su personal o mercancía, ven cómo las tarifas de los servicios que las líneas áreas prestan hacia distintas ciudades suben considerablemente.
Este fue un sector sumamente golpeado por la pandemia, debido al confinamiento, pero ahora las tarifas están por los cielos. El alto costo de la turbosina, el combustible que usan las aeronaves, está provocando un aumento en sus tarifas. Por otro lado, el costo por equipaje es cada vez más caro; ya no se puede elegir un asiento como antes, y si quieres elegir ventana o pasillo, adelante o atrás, el costo es alto… Y ahora parece que los boletos de avión aumentarán todavía más.
El impacto de la inflación más el costo del combustibles será una limitante más para el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), o las aerolíneas tendrán que bajar sus costos en determinadas rutas, a lo que hay que sumar la degradación de México a categoría dos por la Administración Federal de AViación, al determinar que el Gobierno mexicano incumple con los protocolos de seguridad establecidos por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).
Ante el incremento en el precio de los boletos de avión, el pasajero tendría que exigir mejor trato en los aeropuertos y mejor servicio dentro y fuera del avión.
Sin embargo, las salas de espera están en condiciones terribles; no hay módulos de información u orientación al pasajero; las líneas aéreas mexicanas suelen localizarse en salas muy lejanas y las personas no respetan las reglas sanitarias.
Otra grave problemática es el trato que se da al equipaje. Parece que se tiene la consigna de destruirlo. Estoy de acuerdo que el exceso de equipaje lo pague el pasajero, y que 20 kilos sí son demasiado para las personas que hacen su manejo.
Todo lo relacionado con el aeropuerto se ha convertido en grandes problemas reales, como las protestas afuera de la terminal, la cancelación de vuelos por falta de personal, como ocurrió en enero, cuando Aeroméxico tuvo a 75 pilotos contagiados de COVID-19.
Esto ha perjudicado a las líneas aéreas, pero también a los consumidores que tendrán que afrontar el alza de 93 por ciento, lo cual merma los viáticos y los sueldos de los trabajadores de las empresas que usan frecuentemente las aerolíneas. Todo va en cadena y pega en la economía.
Las aerolíneas también tendrán que sortear la incertidumbre que genera la tardanza en regresar a Categoría 1 en seguridad aérea. Un tema preocupante con la modificación del espacio aéreo.
El Sindicato de Controladores ha denunciado 300 por ciento más incidentes por el rediseño del espacio aéreo. Hace días, dos aviones de Volaris protagonizaron un incidente en el que estuvieron a punto de colisionar y sin frecuentes las “idas al aire” de los aviones a punto de aterrizar.
Al parecer a la 4T no le interesan los accidentes en que mueran personas, como ya lo vimos con el caso de la línea 12, en Tláhuac, donde a un año de distancia se desacredita el peritaje contratado porque no se hizo a la medida, y a nadie le importa que el accidente haya dejado a familias lastimadas.
Al gobierno sólo le importan sus proyectos. Para la 4T esos son los importantes, por lo que hay que seguir apostando por ellos.
quehaydenuevoviejo760@yahoo.com.mx
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