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¿Qué pasaría si colapsa la Circulación de Retorno Meridional del Atlántico?



Ha sido noticia en estos días la circulación de retorno meridional del Atlántico (AMOC), por lo que la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), de España, desarrolló un hilo en X.com para explicar más sobre las corrientes oceánicas y las consecuencias que podría tener su posible colapso, así de cómo fueron los colapsos en el pasado.

Al hablar de corrientes oceánicas, hay que distinguir dos tipos: las corrientes que circulan en superficie (imagen izquierda) y las que circulan por el océano profundo (imagen derecha).


Las corrientes que circulan en superficie están controladas por los cambios en el viento; sólo hay que comparar las corrientes oceánicas de la izquierda con la imagen derecha, que muestra la dirección y velocidad del viento promedio en enero y junio.


La fuerza del viento, la rotación terrestre y los cambios en la presión hacen que al este de los grandes océanos existan corrientes frías superficiales donde afloran aguas frías (afloramiento de Ekman, imagen) y al oeste corrientes cálidas.



En profundidad, a partir de los 200 metros aproximadamente, la circulación es diferente. Los cambios en la circulación oceánica se producen por cambios en la temperatura y en la salinidad, por eso se llama circulación termohalina.

La circulación termohalina inicia en zonas donde las aguas más frías y densas se hunden. Una de estas zonas es la formación de aguas profundas del Atlántico Norte (NADW), ya que las aguas son más frías que en otras zonas y, por lo tanto, al ser más densas se hunden con más facilidad.

Las aguas frías profundas continúan su viaje hasta el Oceáno Glacial Antártico, donde se le unen las aguas frías formadas en ese zona. Después las aguas continúan hacia los oceános Índico y Pacífico, donde afloran.



En el Pacífico, a profundidades intermedias se encuentran las aguas más antiguas, que continuarán luego hasta volver al Atlántico Norte y completar el circuito. Una vuelta al circuito tarda en completarse unos mil años.



La parte de la circulación termohalina del Atlántico Norte es la Circulación de Retorno Meridional del Atlántico (AMOC, Atlantic Meridional Overturning Circulation), que a través del hundimiento de aguas frías se conecta con las corrientes superficiales.



Las corrientes cálidas superficiales, como la Corriente del Golfo y la Noruega transportan calor de latitudes tropicales y subtropicales hacia latitudes más al norte, permitiendo que tengamos un clima más cálido y suave, además de ser importantes para la formación de borrascas.

Las corrientes cálidas aportan humedad y calor a las borrascas. El problema se daría si se frena la AMOC, que puede suceder si cesa la creación de aguas profundas en el Atlántico Norte, es decir, si las aguas son más frías y menos salinas. Y esto sucedió ya en el pasado.

Durante la última era glacial, hace unos 115 mil años, se dieron una serie de cambios climáticos "rápidos" en todo el mundo, producidos por el derretimiento de icebergs que quedaban a la deriva y luego se derretían, los llamados eventos Heinrich.



Al derretirse los icebergs, la salinidad disminuía, por lo que las aguas se volvían menos densas y se frenaba la circulación termohalina en el Atlántico Norte (no en la Antártida). Como consecuencia, se producían cambios climáticos en todo el mundo.



Al frenarse la circulación termohalina, se enfriaba Groenlandia y se calentaba la Antártida, debido a que todo el flujo de calor que no va al norte tiene que ir al sur, porque en la Antártida sí se siguen formando aguas profundas.

El enfriamiento del Ártico cesa el desprendimiento de icebergs, por lo que en algún punto se reniciaba la circulación termohalina, calentando de nuevo el Ártico y latitudes medias del norte, mientras que la Antártida se enfriaba.

Los eventos interestadiales o calentamiento Danssgaard-Oeschger son periodos de calentamiento muy rápidos en Groenlandia y de reforzamiento de la AMOC y los estadiales son de enfriamiento, pero no debilitamiento de la AMOC. En algunos estadiales sí se daban eventos Heinrich.



En la imagen anterior se resume lo que ocurría durante esos periodos. No en todos los estadiales se daban eventos Heinrich. En otros lugares se daban cambios climáticos por el desplazamiento de la Zona de Convergencia intertropical, que aporta lluvias en latitudes tropicales.

A escala geológica los cambios climáticos eran “rápidos” porque sucedían a una escala de cientos a miles de años, a diferencia de los producidos por periodos glaciares e interglaciares. El hilo del meteorólogo Enrique Barrera (@scnycc) puede ampliar la información:



En este artículo se dice que el freno de la AMOC podría suceder entre 2025 y 2095. Sin embargo, el @IPCC cree que sucederá un siglo más tarde:



No es el primer trabajo que se publica sobre el freno de la AMOC. Distintos modelos sitúan distintos puntos de inflexión para que esto ocurra. Este es un artículo similar de 2021.



Los científicos intentan simular los forzamientos de agua dulce mediante modelos de histéresis, para estimar la cantidad de agua dulce que hace falta para "encender" y "apagar" la AMOC.

Una señal de la ralentización de la AMOC nos la da esta anomalía negativa de temperatura global en el Atlántico Norte (color azul del mapa), que muestra un enfriamiento de temperatura en esa zona, probablemente por el derretimiento de casquetes polares.



En algunas ocasiones se ha hablado de que el freno de la AMOC enfriaría el planeta, pero este enfriamiento no sería suficiente para parar la subida de temperatura por el calentamiento global actual. Solo lo amortiguaría.

Si podría tener consecuencias en el régimen de precipitaciones en el Atlántico Norte, debido a que la Corriente del Golfo perdería fuerza. En algunas zonas disminuiría la precipitación (como en la Península Ibérica), mientras que en otras zonas aumentaría.


Bibliografía: - Paleoclimate, de Michael Bender - Paleoclimates: Understanding Climate Change Past and Present de Thomas M. Cronin. - Imágenes de la fuerza del AMOC en el pasado de: Ocean circulation and climate during the past 120,000 years - Nature https://www.nature.com/articles/nature01090

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