Sopita de fideos
- migueldealba5
- 13 ago
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¿¡Qué hay de nuevo, viejo!?
Por Araceli Mendoza
Han pasado algunos años, pero recuerdo que abusivamente llamaba a mi abuela desde mi trabajo para preguntarle si podía ir a comer a su casa. Sin previo aviso. Era en ese momento. Me imagino cómo la habré hecho correr.
Pero no iba sola. También iban Lolita y Pepe, nuestro jefe. La verdad, qué rico comíamos. Nos daba esa sopa de fideos que hacía tan rica… Bueno, siempre cocinaba riquísimo. De seguro como también lo hacía tu abuela, querido lector. Las abuelas tienen sus secretos, su sazón.
Mi abuela era muy buena economista. Su familia tenía negocios en Cuernavaca y aprendió a manejar su dinero con inteligencia, a pesar de que a las mujeres de los años 20 les decían que, al casarse, dependerían del esposo. Sí, a muchas mujeres les vendieron ese cuento, pero siempre fue una gran falsedad.
A las mujeres, desde niñas, hay que enseñarles a manejar el dinero, cómo pueden tener un negocio —aunque sea pequeño— y ahorrar.
Las adversidades llegan a la vida, y no necesariamente son las suegras. Si no estás preparada con dinero para encararlas, serán desesperantes y desesperadas. No puedes depender económicamente de nadie; tienes que ser autosuficiente, no esperar a que tu esposo o pareja digan que sí a tus deseos o necesidades.
Años más tarde me enteré del gran secreto familiar: el abuelo tenía otra familia con hijos (¿les suena conocido?), quienes resultaron ser nuestros tíos… Pero la mamá de esos tíos ¿qué parentesco tenía conmigo?
A esta adversidad mi abuela supo capotearla muy bien. Emprendió su negocio y salió adelante con sus hijos. Tal vez la vida la templó años antes, cuando perdió a su hermana durante la revolución, aunque después apareció en Monterrey pero, como dice Doña Chona, esa es otra historia.
Con nostalgia recuerdo cuánta falta hace hoy la sopa de fideos, cuando veo quelas personas no dejan de correr. Ya no existe la comida familiar. Si eres niño, comes en la escuela y te recogen hasta la tarde, ya sea porque la mamá y el papá trabajan o son padres solteros.
Son muchas las causas, pero hoy vemos la falta de compasión, la falta de un abrazo afectuoso. No podemos abandonar el contacto físico humano. No dejemos atrás a los niños; dales sopa de fideos hecha con amor, con dedicación; son momentos que tu hijo necesita. Él nunca olvidará lo rico, lo calientita que era, y ese momento lo acompañará toda la vida. No lo veas en el futuro en grupos de adictos, de AA, por la falta de una sopa de fideos.
No dejes que las intenciones negativas entren en tu familia. Abraza a tus familiares. Siempre será bien recibido un ¿cómo te fue? Aunque sean niños, también tienen sus problemas, así que atiende, escucha, da el consejo oportuno y necesario.
Todo tiene que ser en el momento adecuado. Ya serás adulto mayor y ellos también te darán sopita de fideos, acompañada de cuidados y compasión.
No olvidemos que estamos en una rueda de la fortuna, donde todos subimos hoy, al rato estamos en medio y después abajo. Que nada te desanime. Todo sirve para fortalecernos, cada tormenta y cada amanecer
Hasta la próxima.
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