Por Déborah Buiza G.
@DeborahBuiza
Al estar en un restaurant del aeropuerto en espera de la salida de mi vuelo, vi entrar a una persona que conocí por un incidente penoso y desafortunado, en el que dio muestras de intolerancia, soberbia, prepotencia y enojo ante una circunstancia intrascendente, pero que dejó un mal sabor de boca en quienes vivimos ese episodio. Ahora que nos volvíamos a encontrar, no me reconoció y yo agradecí su mala memoria.
Al verla entrar, en una mesa contigua comentaron, con desaprobación, el desagradable incidente y el mal momento que esa persona hizo pasar a un muchacho que, por ser prestador de servicios, se cruzó en su camino. Al parecer, es de esas personas que a su paso dejan malestar e incomodidad.
Entonces reflexioné en el impacto de nuestros actos y nuestra forma de ser en las personas que pasan por nuestra vida, a veces afortunadamente y otras no tanto.
Si bien es cierto que tratar de dar gusto a los demás es condenarse a vivir en la frustración y que siempre será mejor tratar de vivir de acuerdo a nuestras reglas, en busca de nuestro bienestar y no conforme a lo que los demás quieren que vivamos, o peor aún, vivir la vida de los demás, habría que ser conscientes del impacto que tenemos en los demás.
Te propongo preguntarte cómo te gustaría ser recordado por quienes cruzan en tu camino; qué te gustaría que dijeran de ti.
Si te gustaría ser recordado como una persona alegre y feliz, habría que considerar ser alegría y felicidad para ti y los demás; si te gustaría ser recordado como una persona quejumbrosa, de las que todo les pasa, a colocarse la nube negra sobre la cabeza y a preparar una buena cantidad de quejas y malestares para verterlos por la vida e inundar a los demás.
Considera cómo te gustaría impactar a los demás. Si quieres que sea positivamente, reúne una buena dosis de sonrisas, de pensamientos positivos, de ayuda, de reconocimiento, y verás lo que sucede... Si deseas impactar negativamente, descuida los detalles, no controles tus emociones —sobre todo las negativas—, da rienda suelta a tu lengua, muestra tus defectos y justifícate en que así eres y los demás tienen que soportarlo; sé infeliz e invade con tu infelicidad a los demás.
Si ahora no te agrada lo que se diría de tí, siempre es un buen momento para cambiar. En realidad no es tan difícil: simplemente pregúntate ¿cómo se comportaría una persona ___________?, y actúa así. Recuerda que es tu vida y puedes hacer los cambios necesarios para mejorarla hasta que te guste y te sientas feliz.
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