Por Déborah Buiza
@DeborahBuiza
¡Ah!, la magia de los nuevos comienzos.
¡Ah!, la emoción de volver a empezar.
¡Ay!, las preocupaciones que surgen después de que se van esfumando la magia, el encanto y la emoción y te das cuenta del reto ante el cual estás.
Y es que si empezar algo nuevo es fantástico, volver a empezar, retomar o intentar de nuevo algo tiene aún muchas más cosas involucradas, porque ya vas un poquito experimentado y puede ser que los fantasmas del “fracaso” se aparezcan para susurrarnos cosas desagradables y activar miedos o ansiedades que, incluso, ni nos hubiéramos percatado que por ahí andaban hasta que decidiste volver a intentar, volver a empezar.
Ya con algo caminado sabemos que es muy probable que un cambio mueva otros más, y eso pueda causarnos un poco de inquietud. Puede ser que las experiencias anteriores no hayan tenido resultados favorables y eso enturbie un poco la visión del nuevo comienzo.
¿Y entonces qué hacer?
Sigue avanzando, camina, no te detengas. Un día a la vez. Al final, verás que avanzaste todos esos días, uno tras otro, hasta hacer una semana, un mes, tal vez un semestre y después un año. Cuando menos te des cuenta, ya estás en otro lado, en otro año.
Quizá sólo es “soportar” un poquito la incomodidad inicial que presenta el nuevo reto, el nuevo espacio, el nuevo ritmo, como en las maratones, sólo es resistir, pasar la “pared”, no desistir en ese momento, sino seguir un poquito más... Se sabe que después esa “incomodidad” desaparece y entonces uno agarra ritmo. Date la oportunidad de encontrarte en esa nueva experiencia y no salir corriendo a las primeras de cambio.
Considerar que las cosas no salen perfectas a la primera, que requieren de mucha "talacha", que es cuestión de ensayo y error, de dibujar y borrar, de ir haciendo sobre la marcha y, en el camino, ir corrigiendo.
Confiar en que el camino se irá develando conforme vayamos avanzando; soltar un poco la necesidad de tener el control de cómo pasarán las cosas o de cómo debería ser el camino.
Mantener a raya los pensamientos pesimistas y extremistas que intentan tirar hacia abajo o hacia atrás, recordándote todo lo que ya antes ha salido mal o lo que podría salir mal hacia adelante; confía en que si una puerta se cierra, es probable que se abra otra o una ventana… y si no, pues hacemos un hoyo o tumbamos un muro. Siempre podemos encontrar un modo y un cómo, un algo que tal vez antes no habíamos visto o no habíamos intentado, y eso puede cambiar todo.
Confiar en que, sin importar el resultado, la experiencia será a nuestro favor. Y si no lo fuera, podremos resolverlo de alguna manera. Darnos cuenta de las herramientas que tenemos y de la compañía que puede hacernos fuerte y acompañarnos en el proceso.
Vuelve uno a empezar y no es de cero, por lo que valdría la pena reflexionar sobre las cosas que tal vez no salieron bien o nos faltaron en las ocasiones pasadas; reconocernos en el ahora para darnos cuenta con lo que contamos; respirar profundo, tomar valor y coraje para ir por aquello que deseamos. Dar un salto de fe, sin importar el miedo.
Y tú, ¿qué volverías a empezar?
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