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Agujas del 10


¡Qué hay de nuevo… Viejo!


Por Araceli Mendoza

@Arinmaldoza

¿Cuántas veces nos enganchamos? Pienso que muchas veces, ya sea por comentarios de alguna amiga, una hermana, los compañeros de trabajo, ¡qué sé yo!, pero nos enganchamos, hacemos nuestros los comentarios que muchas veces nos quitan la paz interior. Hasta que pasa el tiempo y olvidamos esos comentarios, o situaciones desagradables.

Hay ganchos de tejer y agujas. Hay personas que encuentran en el tejido una terapia ocupacional, de relajación, pero se enganchan en no olvidar las preocupaciones, los disgustos, y se dan prisa para terminar la cobija de bebé para vender o el suéter para la nieta.

Cada puntada se hace pensando en el pasado, el presente o el futuro. La mente siempre está ahí, las 24 horas del día los 365 días del año, y por eso el gancho, compañero de la hilaza o del estambre, se apodera de malos recuerdos y escenas desagradables, pero la creatividad de cada persona es, muchas veces, más fuerte.

La ansiedad es el peor enemigo de los adultos mayores; causa angustia interna, difícil de controlar. Recuerdo ver a señoras mayores siempre en el tejido o en el bordado. Imagino que sería difícil en el siglo pasado poder tener control de sí misma con tantos hijos y con maridos controladores.

Hoy las mujeres maduras sí tejen y tejen bien; muchas no se enganchan, tienen propuestas exactas y concretas y otras tienen sus propias empresas. Con la pandemia y todo el periodo de confinamiento, las mujeres se dieron cuenta de lo que representa atender a la familia.

Pero esas mujeres tejen ideas, y los hombres han marcado la pauta. Con los divorcios, no fue fácil para ellos dedicar tanto tiempo a la convivencia familiar. Las estadísticas muestran la cantidad de divorcios que se ha dado últimamente. Las mujeres siguen tejiendo.

Esta situación era reprobable en el siglo pasado, pues la sociedad etiquetó al divorcio como un “fracaso”. Cotillaban las tejedoras: “¿Ya sabes? La hija de Lourdes se divorció, la dejó el marido...".

La familia de Lourdes se enganchaba, pero no con la hilaza ni con el estambre. Era terrible saber que las tejedoras hacían toda una cobija con el tema del divorcio de Lourdes.

La mujer actual teje en el metro, en el transporte público; se llevan su tejido y se encierran en el conteo de sus puntadas para no perder el punto.

Pero ¿acaso muchas mujeres no pierden el punto fundamental de su vida al toparse con personas controladoras, manipuladoras, toxicas? Están anestesiadas por el tejido. ¿Acaso quieren que les guste a sus verdugos, para seguir siendo aceptada, reconocida o sentirse independientes?

Las abuelas tejían carpetas, chambritas o lo que se les ocurría. Era tal su depresión por el sometimiento en que vivían por parte del señor de la casa. De verdad ¡qué terrible debió ser estar bajo la bota de los hombres del siglo pasado!

Las mujeres hacían su carrera profesional educando hijos, cocinando, en la cama y, por supuesto, tejiendo. Si parecía no haber funcionado bien lo de la cama, mejor había que tejer, porque el señor salía enojado. Al día siguiente, los hijos se preguntan ¿Qué pasó?, si anoche todo estaba bien. Entonces, los hijos se enganchaban al cuestionar lo "raros" que eran sus papás, que dejan de hablarse un día sí y otro también.

Hijos preocupados por ver a sus padres enojados... y la mamá tejiendo cada punto pensando, tratando de resolver lo imposible de resolver.

Mejor sigue tejiendo una vida bella, llena de cosas hermosas y amorosas. Te sugiero usar agujas del 10.

quehaydenuevoviejo760@yahoo.com.mx

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